Las tareas

 Los “reglamentos de servicios de vía y obras” de fines del siglo pasado, eran muy explícitos al concretar lo que los “obreros de la vía” debían saber. El ferrocarril de La Robla señalaba como tareas específicas las de “limpiar, rectificar y calzar una vía, reemplazar traviesas y elevar las que se coloquen de nuevo, limpiar y perfilar los pasos, cunetas de todas clases y taludes, cuidar de la limpieza de las obras de fábrica, conservar todos los cerramientos y plantaciones, así como los hilos del teléfono y conocer los Reglamentos”. Asimismo se añadía que “todos los días festivos deberán asistir a misa sin excusa alguna, aún cuando estén de servicio”.

Aunque los calzadores realizaban todas las tareas asignadas a los obreros de vía, su especialidad era básicamente el mantenimiento de la vía nivelada y alineada. Todos los trabajos los efectuaban manualmente sin ayuda de ningún tipo de maquinaria.

La acción del agua y el paso de los ferrocarriles da lugar a hundimientos de la vía (baches), principalmente en las juntas entre raíles, lo que origina golpes y vaivenes de los trenes, que pueden incluso provocar descarrilamientos. Estos especialistas debían eliminar estas inflexiones, para lo que introducían balasto bajo las traviesas afectadas. Es lo que se llamaba “calzar la vía”.

Para llevar a cabo esta operación, hacían un hueco bajo una de las traviesas (retirando el balasto) en el que introducían una palanca de uña y presionando sobre la misma entre varios trabajadores levantaban ligeramente el conjunto de la vía, momento en el que otro calzador, golpeando y empujando con la paleta de un bate, introducía balasto bajo la traviesa hundida volviéndola a la posición original.

Frecuentemente por la acción de los trenes y la variación de temperatura, la vía se desplazaba hacia un lado u otro, siendo necesario volverla a su posición original. El capataz, en pie sobre el raíl, comprobaba la alineación, lanzando una visual y ordenaba marcar los desplazamientos de la vía a los calzadores. En ocasiones estos especialistas agachados sobre el balasto y la cara sobre el mismo raíl, en el que varias piedras, colocadas sobre su brillante superficie y separadas a cierta distancia, les ayudaban a localizar las desviaciones.

CalzadoresLos calzadores con la ayuda de herramientas específicas en una de sus actividades características. (Foto cedida por Euskotren- Museo Vasco del Ferrocarril. Azpeitia).

La corrección de esta anomalía la efectuaban uno o varios miembros de la brigada, alineados y simultáneamente a la orden del capataz empujándola con palancas. También era su obligación mantener la separación entre raíles, lo que efectuaban soltando uno de ellos, desplazándolo con palanca, para volver a unirlo con tirafondos a las traviesas en su nueva posición.

Asimismo debían sustituir las traviesas deterioradas (quemadas, agrietadas, podridas, etc.) por otras nuevas para lo que con un bate, retiraban el balasto situado a su alrededor, soltando los tirafondos y sacando a golpes, de debajo de los raíles, la traviesa a sustituir, e introducían otra nueva que debía de ser convenientemente calzadas con grava. Seguidamente con barrenos de mano y mango en forma de T, taladraban la traviesa en los puntos apropiados e introducían en ellos los tirafondos con una llave manual. Antes debían tallar con una azuela y a ojo, sobre la traviesa, cada uno de los asientos donde iban a apoyar los raíles.

También reemplazaban los raíles gastados por otros nuevos, e intercambiaban los del lado exterior de la curva, que menguaban por su cara interior, por los de su vía paralela desgastados solo en su superficie, para lo que una vez sueltos los dos los agarraban, entre toda la brigada, con grandes tenazas, manejadas cada una por dos trabajadores y levantándolos al aire, los desplazaban y colocaban en su nueva posición.

Con frecuencia se organizaba el trabajo comenzando por un extremo del cantón. Los obreros iban comprobando el estado y alineación de los raíles y traviesas en cortos tramos, los iban corrigiendo e iban avanzando progresivamente hacia el otro extremo.

Los calzadores colaboraban en las diversas tareas de la brigada, como las de limpiar cunetas, eliminando hierba y vegetación lo que efectuaban con azadas y palas, así como la de limpiar de vegetación los márgenes de la vía, labores que debían efectuar con frecuencia dadas las condiciones climatológicas del País.La retirada de piedras, tierras y vegetación caídas sobre la vía por desprendimiento desde los taludes, lo que ocurría frecuentemente por discurrir las líneas por un relieve muy accidentado, era también otra de sus funciones.

Los trabajos se efectuaban manualmente con palas, azadas, cestos y hachas y el transporte del material caído se realizaba cargándolo sobre la mesilla, único elemento de transporte del que disponían, consistente en una pequeña  plataforma de madera de unos 2 m² de superficie, con cuatro ruedas que se colocaba sobre la vía y se movía empujándola a mano.Sobre ella y para ampliar su capacidad de transporte colocaban una especie de gran bandeja (plataforma de tablas) sobre la que cargaban el material con palas y empujándola sobre la vía lo transportaban a algún lugar cercano donde lo vertían en un talud.

Asimismo debían acudir en caso de descarrilamiento y accidentes para recomponer la vía una vez retirados los vehículos accidentados.

Calzadores reparando la vía, en DurangoCalzadores reparando la vía, en Durango, antes de la electrificación. (Se han instalado los postes, pero no las líneas). (Foto cedida por Euskotren - Museo Vasco del Ferrocarril. Azpeitia).