Conflicto entre los ferrones de Mondragón y los armeros de Tolosa (1580-1586)

La utilización del acero fabricado en Mondragón, con mineral de Udala, por los espaderos de Tolosa, originó diferencias y conflictos de intereses entre los gremios de ambas poblaciones.

Para la obtención del acero de Mondragón se seguían, al parecer, dos fases. En la primera y a partir del mineral, se obtenía la “raia o raixa” o acero semielaborado. En una segunda fase, este material de nuevo calentado y elaborado por los tenaceros daba lugar al famoso acero.

En 1580, los procuradores de la Villa de Mondragón en las Juntas Generales de la provincia, que aquel año se reunían en Rentería, denunciaron que se estaba vendiendo “raia” sin depurar, es decir sin haber pasado por la segunda fase de elaboración, a los espaderos y cuchilleros y argumentando que esta práctica iba en detrimento de la calidad y prestigio de los productos así elaborados, solicitaban que su venta fuera prohibida.

Como consecuencia de ello las Juntas Generales acordaron que ninguna persona fuese cual fuese su condición, dentro o fuera de esta provincia, ni tan siquiera una pequeña cantidad, pudiese vender “raia”, a no ser que fuera para ser nuevamente labrada y convertida en acero fino por los tenaceros.

A todos aquellos que la vendiesen y fuesen sorprendidos, se les decomisaría todo el material, y además de imponérseles una multa de 2.000 maravedis.

Se establecía que la Ordenanza fuera hecha pública en todas las iglesias y en día de fiesta, desde el púlpito, por ser esta la fecha en la que todos los vecinos acudían a misa, y se solicitó la confirmación real.

El asunto no fue a más, hasta que en 1586, en las Juntas Generales de aquel año y que se reunían precisamente en Tolosa, los representantes de esta población, promovieron la anulación de la citada Ordenanza. Ander Unastegui y otros vecinos de Tolosa, “maestros en el arte de hacer espadas, dagas, alfanjes y otras armas”, entendían que la normativa iba a perjudicar gravemente al sector, pues el material prohibido, “ese que llaman acerillo”, era en su opinión mucho mejor y más fino como materia prima para la elaboración de espadas que el otro llamado acero fino, el acero de Mondragón.

Ante las posiciones enfrentadas, las Juntas Generales decidieron crear una comisión que estudiara e informara sobre el asunto, a lo que se opusieron los representantes de Mondragón, argumentando que el tema ya había sido tratado y la decisión tomada en ocasión anterior además la provincia de Vizcaya también estaba de acuerdo con implantar la obligatoriedad. Al mismo tiempo consideraban que la Ordenanza iba a suponer una considerable y necesaria mejora para el sector.

A pesar de ello las Juntas mantuvieron la formación de la comisión, desconociéndose el resultado final, aunque parece que derivó en pleito ante la Corte, entre la villa de Tolosa y sus maestros espaderos, con la de Mondragón.

En esta polémica también intervinieron los arcabuceros de Placencia, dando su opinión favorable al acero de Mondragón y contraria al uso del llamado “acerillo”. Así en un informe fechado en 1595, manifestaban que el tal “acerillo” no es acero sino hierro crudo, sin refinar, de que se siguen muchos inconvenientes”, y más adelante, que “es tan vidrioso que cualquier arma o instrumento que con él hace, salta”...... “y así toda obra de espadas, instrumentos y cosas que con ello se hiciere serán imperfectos pues para labrar el acero fino que se labra en Mondragón y en Vizcaya se requieren otros muchos requisitos”.

Extractado de las Actas de las Juntas y Diputaciones de Gipuzkoa. L.M. Díez de Salazar Fernández y M.R. Ayerbe Iribar.