Horneros

Para obtener el hierro colado en las fundiciones se han utilizado tradi-cionalmente cubilotes que son hornos cilindricos verticales, en los que se introducían desde la boca superior capas sucesivass de hierro y coque como combustible y piedra caliza como fundente, obteniéndose en la inferior el hierro líquido. Ya en el siglo XVI se utilizó uno similar, precursor del actual al que se ha llegado con la experiencia acumulada y el desarrollo de los conocimientos técnicos.

Los horneros/cubiloteros eran los trabajadores que atendían al funcionamiento del cubilote, el cual se encendía cuando los moldeadores habían preparado una cantidad suficiente de cajas moldeadas que justificaba la realización de una colada, lo que ocurría dependiendo de cada taller, cada dos o tres días.

Hacia los años cincuenta, su trabajo consistía en encender el fuego con leña, para seguidamente ir añadiendo por la boca superior capas alternas de materia prima, lingotes de arrabio y chatarra y cok, así como otras ferroaleaciones para mejorar la fundición y piedra caliza como fundente, labores que se realizaban a mano, utilizando cestos. Los lingotes tenían de unos 30 o 35 kgs., y debían ser desmenuzadas, golpeándolas con porras.

El Metalúrgico o Jefe de Fundición o Contramaestre, debía saber combinar las distintas proporciones de chatarra, lingotes de distinto tipo y ferroaleaciones. En el pasado se hacía en base a la experiencia adquirida, con objeto de obtener la colada con la composición deseada de acuerdo con los requerimientos de la pieza a fundir. Debía estimar tam- bién el momento en que se había alcanzado la temperatura necesaria para efectuar la colada, lo que determinaban por la intensidad y brillo rojo/amarillento del metal fundido. Dado que no se podía ver hasta realizar la primera colada (hasta "picar" el cubilote inicialmente) si el "caldo" que en este momento salía evidenciaba, por su color, que todavía no se había logrado la temperatura adecuada, se destinaba a piezas de menor importancia.

Llegado este momento, se efectuaba la colada, para lo que se hacía verter el hierro fundido, desde el cubilote, a las cucharas y desde éstas, manejadas con una grúa, se vertía sobre el molde tratando de que el chorro incidiera en la boca del bebedero, lo que requería experiencia y cierta habilidad. Cuando las piezas eran pequeñas se utilizaban cucharas o cazos menores, transportados a mano entre dos trabajadores.

El llenado era un momento clave y una operación delicada. El Jefe de Fundición o Contramaestre debía verter la fundición a la velocidad adecuada, ni mayor ni menor. Si lo hacía lentamente y el hierro perdía colabilidad, podía llenar mal el molde y aparecer defectos en la pieza. Si lo hacía a más velocidad de la debida, el hierro fundido podía erosionar las paredes del vaciado del molde.

El aprendizaje del "cubilotero" se realizaba, al igual que los moldeadores, en la misma empresa, comenzando como ayudante para, con el tiempo, ir adquiriendo experiencia y conocimientos.