El aprendizaje

En los años cincuenta no existía ningún centro de formación especializado en fundición y todos los conocimientos se adquirían practicando en los talleres, siendo frecuente la transmisión entre familiares. Una de las pri- meras labores que se les asignaba, a los aprendices, (casi siempre jóvenes) era la construcción de machos en arena, para lo que se utilizaba como aglomerante el aceite de linaza.

A medida que iban adquiriendo conocimientos y práctica, conseguían mayor cualificación profesional, pudiendo alcanzar, a los cuatro años, la de oficial moldeador de 3a, construyendo los moldes más sencillos, para a continuación, dependiendo de los progresos de cada uno, llegar a oficial de 2a y 1a, cuando estaban ya capacitados para realizar por sí solos, correctamente, todos los moldes de fundición en arena, cualquiera que fuera su dificultad y tamaño.

Con frecuencia los mejores moldeadores tenían conocimientos empíricos y trucos, propios del oficio, que trataban de ocultar y que aunque hoy nos parezcan sencillos, en su día suponían un saber hacer importante, cuya posesión diferenciaba a los expertos profesionales de los demás.

Un buen ejemplo es el de Alberto Barreña Montes, nacido en 1.888, que comenzó su aprendizaje a los 12 años en la fundición Luzuriaga de Molinao (Pasajes), sin percibir salario alguno, para posteriormente trasladarse a Eibar a Fundiciones Aurrera, pasando posteriormente a Fundiciones Berriochoa-Burdiñola, de Elorrio, para recalar finalmente en Fundiciones y Talleres Olma, S.A. de Durango, como Jefe de Fundición a las órdenes del notable metalúrgico Miguel Leibar.

Operación de vertido de la coladaOperación de vertido de la colada (cedida por José Luis Azpiroz).