Evolución de las técnicas constructivas

Todo este dinamismo estaba apoyado en buena medida en una importante flota construida con técnicas avanzadas desarrolladas por hombres de mar, que en el siglo XII, fueron de inspiración nórdica, transmitida por los normandos, para ir pasando en el XIII a un diseño propio innovador y de tipo atlántico.

Los procesos de construcción naval siguieron evolucionando de forma que en el siglo XIV se desarrolla en nuestras costas el timón de codaste, sujeto a la popa del barco en su centro, que sustituyó a la espadilla o gran remo lateral que se utilizaba hasta entonces para dirigir el rumbo de la nave. Esta innovación supuso una importante aportación técnica a la industria europea. Por aquella época se construían barcos de 600 y 700 toneladas, llegándose a las 1.200 en el siglo XVI, período de máximo esplendor de la pesca, marina y arquitectura naval vascas.

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Los constructores de barcos, en ocasiones, eran los mismos marinos que los diseñaban y manejaban, siendo grandes conocedores de las técnicas de tipo empírico y experimental.

Utilizando criterios muy sencillos, (la eslora o longitud total tres veces la anchura, y la quilla el doble de ésta), y elementos como plantillas y galibos, construyeron buques panzudos, anchos y cortos, muy fuertes y marineros, apropiados para la carga, el comercio y las grandes navegaciones.

En el siglo XVII se produjo una ralentización en los avances de la técnica constructiva vasca que vuelve a acelerarse en el primer tercio del XVIII.

En aquella época los barcos seguían siendo construidos a veces por los propios marinos, y en otras por personalidades como Antonio de Gastañeta, natural de Mutriku que fue marino e ingeniero naval. Se inició en el oficio con 14 años, asimilando los conocimientos de su familia y de su entorno llegando a ser un importante innovador. Fue el primero en dibujar planos en los que basaba sus trabajos, desarrollando un método geométrico para el diseño de cascos de buques. Dio a conocer sus experiencias en 1722 en su libro “Proporciones de las medidas más esenciales para la fabricación de navíos”.

Su influencia en las construcciones navales civiles duró hasta comienzos del siglo XIX en cuya parte final comenzó a desarrollarse la construcción de barcos con casco de hierro, quedando la madera relegada poco a poco a los de pesca y cabotaje hasta su declive total.