Proceso interminable

Si desollamos un animal muerto arrancándole la piel y la dejamos secar, obtendremos un cuero rígido y poco duradero, siendo preciso tratar sus fibras con un conservante para conseguir un material flexible y resistente.

Las pieles procedentes de los mataderos llegaban a las curtiderías con pelo por su parte exterior y con restos de carne, grasa y sangre en su lado interior. Antes de proceder a su curtido, era preciso limpiarlas y acondicionarlas adecuadamente para que asimilaran correctamente el conservante, procediéndose a diversas operaciones de limpieza y macerado, siendo necesarias grandes cantidades de agua, por lo que se han desarrollado tradicionalmente en las orillas de los ríos.

Por esta circunstancia, el conjunto de labores de preparación de las pieles recibieron el nombre de "ribera". Cuando los procesos de curtido empezaron a industrializarse, dejando de ser artesanales, a mediados de siglo pasado, estas operaciones fueron trasladadas al interior de edificios, que siguieron manteniendo su tradicional denominación de "ribera".

La primera operación consistía en lavar en aguas las pieles para eliminar la suciedad, para seguidamente proceder a su escurrimiento, tras lo cual se sumergían en varios cubos llenos de agua y cal viva (posteriormente sulfuro de sodio), que progresivamente se iba apagando, con objeto de que su acción redujera la adherencia de los pelos de la piel y así poder arrancarlos más fácilmente. Sin embargo, hacia finales del siglo XVIII, las pieles se introducían en una primera cuba con agua y cal apagada, donde permanecían de dos a tres días, para posteriormente proceder a su secado en el exterior en unos 4 p 5 días para a continuación volver a sumergirlas (otros 2 o 3 días). Y,así durante 2 meses.

descarnado o limpieza de las pielesOperación de descarnado o limpieza de las pieles (Curtidería "La Perfecta " de Hernani. Archivo de la familia Montes).

esculturasAlgunas ciudades como Koblenza (Alemania) han dedicado conjuntos escultóricos a los curtidores.

A continuación las pieles se extendían sobre un caballete de madera inclinada y convexa. El trabajador las sujetaba apoyando su cuerpo en el caballete e iba raspando la piel de arriba a abajo con una especie de cuchillo curvo y sin filo, con un mango en cada extremo y que se sujetaba con ambas manos. De esta forma se iba consiguiendo despender el pelo de la piel, que una vez recogida era utilizada para tapiceros como relleno de sillones y asientos.

Posteriormente, las pieles, así trabajadas, se volvían a sumergir en cubos con agua y cal durante unos cuatro meses tras lo cual se introducían en cubos llenos de excrementos de perro, gallina y paloma, por su contenido en ácido butírico, donde permanecían durante 4 días, se extraían y se lavaban.

Después de estas operaciones, la piel a curtir quedaba hinchada, con sus poros abiertos dispuestos a absorber el producto conservante. Asimismo, parte de los restos de carne y grasa que tenía adheridos habían desaparecido y el resto se eliminaba rascándolas a mano con un cuchillo curvo, de arriba a abajo, similar al de depilar, pero con el filo vivo, sujetándola en el mismo caballete curvo situado junto a una corriente de agua que arrastraba con ella todos los residuos arrancados. Posteriormente, las pieles volvían a introducirse en los cubos de los excrementos durante 4 días. Después de aclarar las pieles en agua limpia quedaban listas para la operación de curtido propiamente dicha.

La curtición o tratamiento de las pieles con sustancias que evitaban su descomposición y que las hacían flexibles y duraderas, se efectuaba sumergiéndolas en cubos llenos de una solución de tanino (ácido tánico), que las empapaba lentamente expulsando el agua y cubriendo las fibras con un conservante.

El tanino es una sustancia líquida que se obtiene a partir de la corteza de roble, machacándola y macerándola en agua, para lo que se llegaron a construir en el siglo XVIII importantes instalaciones movidas por ruedas hidráulicas. A juicio de los que conocían el oficio, el obtenido del quebracho, sobre todo de Argentina era de excelente calidad.

Para su curtido, las pieles se colocaban en fosos apiladas en capas, interponiendo entre ellas cortezas de roble machacadas para a continuación, veter una solución débil de tanino y agua que se dejaba durante unos tres meses. Transcurrido este tiempo, se extraían y se volvían a colocar en otra fosa de la misma forma, vertiendo una solución más concentrada, manteniéndola en ella durante cuatro meses, para al final repetir la operación durante otros cinco meses en una solución muy concentrada de la misma sustancia. Durante todo este proceso las pieles absorbían el conservante.

A continuación, se ponían a secar sobre bastidores y se estiraban y acuchillaban sobre los mismos caballetes usados para depilarlas, con objeto de alisarlas, adelgazarlas y conseguir un espesor uniforme; se cubrían de aceite de hígado de bacalao, se untaban de sebo quitándoles la grasa sobrante y entonces, quedaban listas para su venta.