Los procesos productivos

Desde su inicio en 1928 y hasta que paulatinamente fue abandonando el celuloide como materia prima, lo que ocurrió a principios de la década de los sesenta, los procesos de trabajo mantuvieron una fuerte componente manual. La materia prima que se recibía en láminas, de 1 milímetro de espesor para obtener sonajeros o de 5 para cepillos de dientes, se cortaba a las dimensiones precisas y se le daba la forma deseada calentándola y presionándola en moldes. Finalmente, las diversas piezas se unían y pegaban entre sí, dando lugar al producto final deseado.

El corte de las láminas en tiras y recortes, se efectuaba utilizando una guillotina, accionada por medio de una palanca que los trabajadores movían manualmente, mientras que con el otro y con un pedal sujetaban el celuloide. Cuando se precisaba cortar discos, se utilizaba una prensa excéntrica, accionada a través de una correa, por el sistema general de poleas de la fábrica.

A continuación, los recortes se colocaban entre las dos mitades de un molde de latón con la forma deseada y que disponían cada una de su asa o mango, y se introducía todo el conjunto en un recipiente con agua caliente a temperatura superior a 80ºC, con objeto de que el celuloide se reblandeciera y pudiera ser conformado.

Una vez que los moldes y el recorte de celuloide habían adquirido la temperatura deseada, se extraían y se introducían en una prensa accionada también manualmente por una palanca, en la que las dos mitades del molde se comprimían, obligando al recorte de celuloide que se encontraba entre ellas, a deformarse y a adquirir la forma deseada. También se utilizaban prensas, consistentes en un eje roscado unido a una barra transversal que disponía en cada uno de sus dos extremos de una pesada bola de hierro, haciendo la función de volante de inercia, y que al hacerle girar manualmente, descendía efectuando una presión mayor que la obtenida con el sistema de palanca. La primera unidad de estas maquinas fue traída de Alemania, posteriormente, el también alemán, Otto Holke construyó otras cuatro iguales copiándola, en su taller de Zumaya.