Las condiciones de trabajo

Durante las últimas décadas, habitualmente se completaban dos campañas al año durando la primera desde mediados de enero “hacia el día de San Sebastián” hasta julio, es decir entre 4 y 6 meses, hasta completar la bodega del barco (entre 600 y 1.100 toneladas) y la segunda, tras descargar y preparar el buque hasta poco antes de las Navidades en que se regresaba con lo que se había pescado. Los primeros años 60 se intentó el transbordo de tripulaciones, es decir llevar un buque vacío al que se pasaban los pescadores que llevaban 4/6 meses en Terranova y hacer retornar la embarcación con lo que habían pescado. El nuevo sistema no prosperó.

Cuando el barco que pescaba necesitaba combustible o víveres se dirigía al puerto más cercano y tras repostar continuaba con sus tareas.

La pesca del bacalao se lleva a cabo en zonas de fuertes tormentas e intensos fríos y nieblas que constituyen los mayores peligros con que tienen que enfrentarse los pescadores. El paso de los ciclones tropicales, con vientos de hasta 60 nudos, era también muy peligroso y obligaba a tomar medidas precautorias.

Los pescadores experimentados recuerdan los fuertes temporales “de fuerza de seis y hasta doce” a pesar de lo cual no se suspendía la pesca, así como las bajas temperaturas del orden de hasta menos 20ªC que en no pocas ocasiones acababan acumulando grandes cantidades de hielo en toda la nave, especialmente “en el palo, estáis, cubierta, etc.” y que era obligado eliminar por el peligro que suponía el aumento de peso para la estabilidad de la embarcación. Este trabajo “picar el hielo” utilizando tajaderas y martillos, entre otras herramientas, era extraordinariamente duro, a pesar de utilizar la ropa de protección que resultaba insuficiente.

Pero el mayor peligro es la niebla al darse la circunstancia de que la alimentación del bacalao se concentra en los lugares donde se encuentran determinadas corrientes a diferentes temperaturas, lo que a su vez contribuye a la formación de nieblas muy densas, que pueden durar semanas y que reducen a cotas mínimas las visibilidad, con peligro de colisión entre las embarcaciones ya que en una zona relativamente pequeña, pescaban numerosos buques.

Elaborando pescado a bordoElaborando pescado a bordo, con buen tiempo. Foto Pysbe.

Los choques con graves consecuencias han sido numerosos como el del “Tifón” que fue abordado por el “Tornado” o el “Isturiz” por el “Ogoño”, ambos en 1955, hundiéndose en pocos minutos si bien afortunadamente, las tripulaciones fueron rescatadas. Hay que recordar que hasta avanzados los años cuarenta no llegaron los primeros radares con toda las deficiencias iniciales y que acabaron sustituyendo a las sirenas.

También constituyen serios peligros los “Growler” (grandes témpanos de hielo) desprendidos de los glaciares de Groenlandia y que son arrastrados hacia el Sur por la corriente del Labrador y los hielos flotantes que al fundirse depositaban en el fondo las piedras que llevaban en su interior, con riesgos para la integridad de las redes en su arrastre.

A todo ello hay que agregar que los buques habían sido diseñados pensando mucho más en el bacalao que en los tripulantes que tenían que desenvolverse en espacios muy reducidos, lo que obligaba a dormitorios comunes sin mínimas condiciones higiénicas ni intimidad alguna, comedores limitados, etc., creando un ambiente muy propicio al desasosiego y al deterioro de la convivencia, lo que se traducía en algunas ocasiones, en serias diferencias y peleas. La falta de noticias de la familia durante largos meses, era otro inconveniente, en muchos casos importante.

La alimentación insuficiente en vitaminas y escasa en calorías, se basaba en el pescado capturado, haciéndose el pan en la propia nave y entregándose tres cuartos de litro de vino diario y algo de fruta a cada marinero-pescador. La sopa preparada, hirviendo las cabezas de bacalao, es un alimento tradicional de las tripulaciones.

En estas condiciones eran frecuentes las enfermedades o accidentes, habitualmente menores (aunque se registran casos de muerte) como cortes, heridas, congelaciones, infecciones, etc. que los mandos trataban de solucionar con ayuda de la suerte y la cooperación de la juventud de los tripulantes. Solamente en casos graves se trasladaba al afectado al puerto más cercano donde se le dejaba hospitalizado, para una vez recuperado, embarcar en cualquier barco que entrara en puerto, siendo transbordado en la mar a su lugar de trabajo.

Hundimiento del TifónHundimiento del Tifón (1955), abordado por el Tornado. La tripulación fue rescatada. Foto Pysbe.