La platería Satostegui

Hacia 1927 los esposos Pedro Satostegui y Angela Ochoa, de profesión platera y empleada hasta la fecha en el taller de Anduiza de Bilbao, instalaron su taller y comercio de platería en el nº8 de la calle Easo de San Sebastián. En pocos años adquirieron un notable prestigio en la ciudad, y en su taller se formaron numerosos artesanos, llegando a tener una plantilla de mas de 30 personas.

Elaboraban artesanalmente todo tipo de objetos  decorativos y de uso doméstico, utilizando la plata como material base y en menor cantidad el oro y el cobre, entre los que podemos destacar piezas de menaje (juegos de café, bandejas, salseras, etc.), trofeos, candelabros, marcos de espejos, figuras, cruces y otros elementos religiosos.

Distintos artífices, desarrollaban las especialidades en diversas ramas de la orfebrería, como los “entalladores”, quienes utilizando un sencillo torno transformaban una lámina de metal en un recipiente cerrado, los “forjadores” que también a partir de una lámina, y golpeándola en frío con martillos, elaboraban bandejas y piezas similares, los “sacadores a fuego” que fabricaban las piezas complementarias y soldaban entre sí los distintos elementos obtenidos por los anteriores, y los “pulidores” que les daban brillo.

Los “grabadores” elaboraban textos y también figuras cortando y extrayendo el material, y los “cinceladores”obtenían figuras en bajo relieve sobre diversas piezas dando forma al metal por medio de golpes, para lo que utilizan cinceles y martillos. También hacían uso de la técnica de repujado, que consiste en obtener volúmenes en sobre relieve, que resaltan sobre una plancha delgada de metal, por medio de  golpes dados en su parte posterior.

La mayoría de los trabajos eran manuales y se daba forma al material con martillos, cinceles, punzones, buriles y otras diversas herramientas, así como con sencillas maquinas.

Algunos trabajos, como el repujado y cincelado, o se realizaban en el mismo taller o se enviaban a otros de reconocido prestigio como el de García de Madrid, y los de grabado se entregaban a artesanos autónomos del mismo San Sebastián, llegando a trabajar casi en exclusiva para Satostegui, en la década de los años sesenta del siglo pasado, hasta cinco de estos especialistas.

Javier CalaviaJavier Calavia cincelando una pieza de platería que previamente ha sido repujada golpeándola por su parte posterior. El cincelador va dando golpes precisos sobre el cincel, y entre uno y otro desplaza esta herramienta siguiendo las formas y volúmenes que desea resaltar. (Foto J.M.I 2002).

Todos estos artículos se vendían al publico en el mismo comercio o a través de otras platerías. Entre su clientela destacaban los hoteles, así como visitantes franceses que hacían sus compras y encargos en San Sebastián por sus precios más económicos.

A partir de la década de los sesenta del siglo pasado esta actividad artesanal se vio afectada por la competencia de las fabricas especializadas, lo que afectó a la Platería Satostegui que hubo de transformarse en cooperativa el año 1981 manteniendo su actividad aunque reduciendo el numero de artesanos que en ella empleaban, que pasó a 13 en 1986.

Hacía 1970-80 también se ejecutaron en su taller trabajos de restauración como el sagrario de la iglesia del monte Urgull de San Sebastián, varias cruces del siglo XVII procedentes de Jaca y Biescas, o la imagen de San Ignacio de Loyola la Basílica del mismo nombre, en Azpeitia.

 Actualmente los tres artesanos que siguen en la actividad bajo el nombre de Sucesores de Satostegui, en su nueva ubicación de la calle Urbieta nº60, ya no elaboran a mano piezas de platería aunque si se ocupan de la recuperación de elementos deteriorados de este metal, entre los que se pueden destacar candelabros a falta de alguno de sus componentes, bandejas, juegos de café y otros similares. Completan esta actividad con la venta de objetos de plata procedentes de empresas que los realizan en serie y con las que no pueden competir.