Botadura

Una vez pintado el barco se procedía a la botadura que era el momento cumbre de su construcción. Para ello los carpinteros desmontaban todos los andamios que rodeaban el casco y a veces parte de la misma tejavana. Hasta ese momento se suponía que el casco estaba bien diseñado y construido, pero era entonces el momento de la prueba real y definitiva.

El acto suponía un gran acontecimiento y cuando el barco flotaba correctamente, se comprobaba que el trabajo estaba bien hecho y todos respiraban aliviados. Seguidamente, el armador pagaba una cena a todos los que habían trabajado en su construcción.

En los pueblos de nuestra costa son frecuentes los contratos escritos, firmados en siglos pasados entre armadores marinos y carpinteros para la construcción de sus barcos. En las últimas décadas de existencia de los astilleros de ribera también se firmaban estableciéndose las características de la embarcación a construir, su precio y las condiciones de pago, generalmente a plazos, entregándose una primera cantidad a la firma.

La construcción de un pesquero de bajura llevaba entre 4 y 5 meses de dedicación exclusiva de todo el personal del astillero.

Por un barco de 16,5 m. de eslora, 7 m. de manga y 3,6 de puntal los astilleros de Zumaya en 1941, cobraron 36.000 ptas. y en 1974, por uno de 34 m. de eslora, 7 m. de manga y 3,6 de puntal, se estableció un precio de 3.000.000 ptas.