Proceso constructivo

Era el armador o cliente quien llegaba al astillero con una idea somera del barco que quería, indicando la eslora (longitud total) deseada, el uso al que iba a ser destinado y poco más.

A partir de estos datos el maestro construía una maqueta completa o únicamente de la mitad del casco. Para ello hacían un paralelepípedo de madera uniendo mediante tornillos 4 tablas de igual espesor. Sobre este taco tallaban el casco deseado con su forma y dimensiones a escala, con frecuencia 1/20. Las líneas y formas aerodinámicas se realizaban a ojo, guiándose por la experiencia y las formas de otros barcos anteriores construidos con buen resultado, todo ello retenido en su memoria.

Esta maqueta se realizaba manualmente utilizando cepillo y formón, terminándola con un lijado, tras lo que desatornillaban las tablas y las separaban apareciendo estas con perfiles del casco a diversas alturas.

La siguiente operación era colocar una de las tablas sobre un papel y con lápiz contorneaban su perfil, repitiendo la operación con todas las demás, superponiendo los dibujos. De esta forma obtenían el plano de planta a distintas alturas equivalentes al espesor de las tablas.

A partir de este plano, desplazando las líneas coincidiendo el espesor de la tabla, y por intersección de ambas líneas obtenían a un lado del operación para distintas secciones obtenían las anchuras y formas de cualquier otra sección transversal del barco, es decir la forma de las distintas cuadernas o castillos que compondrían la construcción. De igual forma obtenían la sección longitudinal del buque con sus formas. La elaboración de una maqueta podía llevar del orden de un día y algo menos la ejecución de los planos.

Proceso de colocación del forro del cascoInicio del proceso de colocación del forro del casco por los carpinteros de Ribera. (Fototeka Kutxa).

Construcción del casco de un barcoVista general de la construcción del casco de un barco en fase avanzada. Años veinte. (Fototeka Kutxa).

A continuación disponían de un gran tablero con la longitud y anchura igual al del barco deseado y sobre él iban dibujando a tamaño real cada una de las piezas tomando las medidas del plano y ampliando lo necesario. Seguidamente según estos dibujos, y copiándolos efectuaban unas plantillas a tamaño real en madera delgada, de cada una de las cuadernas, que se utilizaban para construir la costillas definitivas, cortando en la sierra de cinta las formas de las diversas piezas que la componían y uniéndolas mediante clavos.

En caso de obtener un barco de muy buenas formas, las plantillas con que se había construido se ampliaban o disminuían proporcionalmente para ejecutar otros mayores o menores pero con la misma forma.

El viejo principio de hacer la quilla con una longitud doble que la anchura o manga, y la eslora o longitud total tres veces mayor, que determinó las formas principales de los barcos de los siglos XVI, XVII y XVIII se ha mantenido en muchos casos en la construcción artesanal de barcos de madera, en nuestra costa hasta hace unos pocos años.

El montaje se iniciaba por la quilla, para la que se procuraba utilizar una única viga de hasta 30 x 22 cm. de sección y el largo igual al del casco deseado. En el caso de no encontrar árboles de la longitud deseada, se unían dos maderos por medio de unos tornillos pasantes galvanizados.

Sobre ella montaban en uno de sus extremos el codaste o pieza estructural que dará forma a la popa del barco y en el otro la roda que dará forma a la proa. Seguidamente se colocaban todas y cada una de las cuadernas o costillas, uniéndolas con un clavo a la quilla que podía llegar a medir 180 mm. de largo y 12 o 13 de grosor. En los barcos de cierta dimensión las cuadernas centrales podían llegar a pesar del orden de 300 kg. y como generalmente en los astilleros existían pocos medios de transporte, se montaban las distintas piezas que las componían junto al lugar donde debían ser colocadas.

Seguidamente se colocaban las distintas piezas que terminaban formando la estructura del barco, como sobrequilla, unida con tornillos pasantes, bragueras unidas con clavos, los durmientes y los baos o gruesos maderos que van de lado a lado dando rigidez al conjunto y sobre los que se apoyará la cubierta.

Tras colocar los trancaniles y barraganetes pasaban a efectuar el forro que cerraría el casco de la embarcación formado por tablas longitudinales clavadas a las costillas y que siguen todas las curvas y forma de éstas.

Para ello las tablas debían tomar las formas curvas precisas lo que conseguían usando sargentos y cuñas obligándolas a curvarse y deformarse empujando entre varios trabajadores.

Para deformar las tablas de proa y popa, que precisaban formas y curvas más complejas, era preciso cocerlas previamente con lo que se ablandaban para seguidamente colocarlos en su posición forzándolas a tomar las formas deseadas. La colocación del forro se iniciaba por arriba y por abajo dejando para el final el centro donde se ajustaban las últimas tablas con precisión. Para poder ejecutar estos trabajos los carpinteros montaban a todo lo largo del casco unos andamios de madera sobre los que era frecuente verlos trabajando. Las tablas se unían a las costillas por medio de clavos.

El astillero Arrizabalaga y Olascoaga de ZumayaEl astillero Arrizabalaga y Olascoaga de Zumaya con dos barcos en construcción a principios del siglo . (Fototeka Kutxa).

Botadura de un barco en los astilleros San RoqueBotadura de un barco en los astilleros San Roque de Pasai / Donibane en 1919. Los trabajadores arrastran la embarcación hacia el mar mediante un sistema de poleas y cuerdas. (Fototeka Kutxa).

A continuación colocaban la cubierta también de tablas clavadas para pasar seguidamente a construir los compartimentos interiores del barco.

El casco quedaba terminado con la ejecución y colocación de otras numerosas piezas que daban rigidez al conjunto.

Seguidamente se procedía a calafatear (galapeta) o impermeabilizar totalmente el casco, cerrando las abundantes juntas que quedaban entre las tablas del forro (de hasta 0,5 cm. de hueco), introduciendo estopa o hilo de algodón. Para ello hacían pequeños haces que colocaban sobre las ranuras y las introducían empujando con la trincha (herramienta similar a un cincel de punta plana) golpeando con un martillo.

En algunos casos, los huecos terminaban de cerrarse utilizando masilla para finalmente darles pintura que compactaba la estopa y terminaba de impermeabilizar el casco. La labor de calafateado era importante y de gran responsabilidad, pues de ella dependía la estanqueidad del casco de madera y en consecuencia, su seguridad y la de sus tripulantes. Un calafateado no bien acabado podía dar lugar a vías de agua que se detectaban una vez botado el barco, obligando a sacarlo de nuevo a tierra para corregir los defectos observados.