Un poco de história

Las referencias de los gigantes son muy antiguas, pues en la mitología griega se describen como un pueblo o tribu que habitaba en tiempos muy remotos debajo de la tierra, inspirando sus luchas la llamada gigantomaquia. También en el País Vasco hay figuras que pueden considerarse similares. Diversas representaciones de estos míticos personajes han llegado hasta nuestros días.

Sin embargo no se sabe, de manera fiable, el origen de la costumbre de pasear estas hieráticas figuras por las calles, manteniéndose variadas opiniones, entre otras, los que piensan que representan a los reyes y poderosos rindiendo vasallaje a Dios, hasta los que sostienen que simbolizan el paganismo y los vicios, vencidos por el cristianismo.

Generalmente se admite que en nuestro entorno la primera noticia sobre estas figuras data de 1263 en Allenger (Portugal).

Ignacio Baleztena señala que tiene más valor literario que histórico el relato de Arturo Campión, en su novela Don García Almoravid, en la que se describe el paso de la procesión de San Fermín por las calles de la Navarrería en el año 1276. Este autor manifiesta que “Iba precedida de tres gigantones de madera toscamente esculpidos: Peru Suciales, el carbonero, que cambia sacos de carbón por pellejos de vino; Mari Suciales, la leñadora que con el hacha corta tortas de centeno; y Jucef Lucurari, personificación de la antipatía a los judíos, con su enorme rabo enroscado al cuello y una boca en la que colgaban, a medio engullir, dos gorrinos de leche”.

Gigantes y cabezudosGigantes y cabezudos frente al Ayuntamiento de Irun en 1920. (Fototeka Kutxa).

Fiestas del Carmen en AñorgaFiestas del Carmen en Añorga, 1943.

Según José María Corera es en la segunda década del siglo XVI cuando por primera vez aparecen los gigantes en Navarra, bailando delante de la procesión de San Fermín en Pamplona y existen pruebas documentales de que en la segunda mitad de este siglo se pagó a Miguel de Burlada y a su consorte 40 reales “por andar con los gigantes el día del bienaventurado señor San Roque”.

Pero casi trescientos cincuenta años antes, en 1380, ya aparecen las figuras de gigantes y cabezudos en Barcelona relacionadas con las fiestas religiosas del Corpus Christi.

En Bilbao hay referencias de principios del siglo XVI (1509) de la celebración de la fiesta del Corpus con gigantes y cabezudos.

También en las fiestas que Azpeitia organizó con motivo de la canonización de San Ignacio de Loyola, consta que el día 1º de agosto de 1622 “hubo una danza de gigantes de muy buena traza, ricamente vestidos, que por ser nueva en este país, gustó mucho”.

Juan Garmendia Larrañaga en sus Obras Completas (Tomo 2 p. 698) señala que, en 1657 Francisco de Azpillaga elaboró en Tolosa (Guipúzcoa) ocho cabezas de gigantes para Pamplona, para lo que dispuso de una muestra a fin de que las fabricara iguales o lo más parecido posible y que se le hizo llegar desde la capital navarra por medio de Joanes de Loperena “que utilizó su macho. El mismo autor informa sobre los gastos que en 1778, realizó este ayuntamiento guipuzcoano para comprar unos nuevos gigantes y tarasca, para la fiesta del Corpus (Tomo 4 p. 462).

En Vitoria, la noticia más antigua que se dispone data de 1643, en El Nuevo Reglamento de los Derechos que ha de exigir la Ciudad, y en el que se consigna se conceden ocho ducados de vellón para la persona que se cuida de guardar los Gigantes. Más tarde, en el año 1728, vuelve a hacerse mención de los Gigantes en un folleto conocido como Quincuatro Seráfico Franciscano. Pero es en 1917 cuando se inicia lo que pudiéramos considerar la época moderna de estas figuras en Alaba.