Recogida y transporte

Frecuentemente quedaban en el talud o frente numerosos trozos de material agrietado, en situación inestable y con riesgo de desprenderse y provocar accidentes. Para soltarlos el artillero y el barrenista se descolgaban desde lo alto, sujetos a cuerdas que ataban a árboles (encinas) o a barrenos clavados en la tierra, y con palancas y otras herramientas, los arrancaban haciéndolos caer a la "planta de la cantera".

Los bloques desprendidos por la voladura de 5, 10 y hasta 20 tn. de peso, que no podían ser transportados con los escasos medios disponibles, tenían que ser desmenuzados de nuevo. Para ello, también el artillero y el barrenista los perforaban con uno o varios orificios e introducían en ellos cartuchos con sus correspondientes mechas, todas ellas cortas y de la misma longitud. Efectuada esta operación en todas las rocas se procedía a "pegar" (explosionar) los barrenos. Para ello cortaban un trozo de mecha a la mitad de longitud de la colocada en los cartuchos y le daban cortes en su recubrimiento exterior de forma que apareciera la pólvora en ella contenida. Tras el reglamentario toque de corneta de aviso, la encendía y con ella se desplazaban de roca en roca dando fuego a las mechas colocadas, cada vez que la llama salía por uno de los cortes.

Cuando la mecha que portaban en la mano llegaba a su fin, sabían que la primera encendida estaba consumida en la mitad de su longitud y el cartucho próximo a explotar y que por lo tanto, debían correr rápidamente a lugar protegido.

Una vez reducido el volumen de las rocas que lo requerían, eran los peones quienes con porras o mazos de hasta 6 kg. golpeaban los trozos hasta terminar de desmenuzarlos y conseguir que pesaran 50 kg., para a continuación manualmente y con palas, cestos y rastrillos, recoger el material y cargarlo en vagonetas con capacidad de 1.200 kg. y que ellos mismos en grupos de dos empujaban sobre raíles hasta la trituradora sobre cuya boca volcaban el material. Los viejos trabajadores de las canteras recuerdan la época en que estos transportes se realizaban en carros de tracción animal.

Efectuado este transporte y para control de su labor, por cada vagoneta introducían una pequeña pieza de madera en un tablero con orificios que cada pareja de peones disponía. De esta forma en cualquier momento y sobre todo al final de su jornada tanto ellos como la empresa sabían el número de vagonetas de material recogido y la prima que les correspondía.

Hacia 1925, "por término medio 60 obreros arrancaban 235 toneladas diarias de piedra y 65 de escombros, y eventualmente las monteras de los bancos daban 115 toneladas más de tierras".