Las técnicas para el desplazamiento y aserrado de los bloques

Los canteros para sacar los bloques utilizaban gatos de manivela con cuerpo de madera y palancas. El desplazamiento hasta el cargadero se efectuaba volteando la piedra sobre sí misma, para lo que levantaban de un lado con gatos hasta hacerla girar y caer sobre otra de sus caras y así sucesivamente, labor que en ocasiones les llegaba a ocupar hasta una jornada completa.

Las piedras así obtenidas no quedaban totalmente escuadradas, por lo que era preciso trabajarlas a mano con pico, puntero y martillo.

Una vez acabados los bloques de hasta cuatro toneladas, se cargaban sobre leras (rastras) tiradas por bueyes con las que se bajaban desde Goltzibar unos casos a Zestoa transportándose también con bueyes, hasta Zumárraga, en donde se cortaban en placas a las medidas deseadas.

Con frecuencia al descender pendientes pronunciadas la rastra se deslizaba hacia adelante debido al peso de los bloques transportados atrapando las patas de los bueyes, lesionándolos e inutilizándolos en muchos casos.

Asimismo desde Goltzibar se transportaban las piedras aguas abajo del molino de en donde al perder el terreno inclinación existían una instalación para su troceado con una sierra mecánica de hojas metálicas, a la que se añadía agua y arena de mar, movidas en vaivén por la rueda hidráulica accionada por agua de la regata de Agüite, labor que podía precisar para cortar un bloque de 1,50 m. de altura hasta una semana.

Antxon Aguirre Sorondo en su Tratado de Molinologia recoge la publicación en el Boletín Oficial de Guipuzcoa de Abril de 1893 de la petición de Narciso Arambarri vecino de Azcoitia para que se le autorice derivar y aprovechar las aguas que discurren por el arroyo denominado Aguila-erreka, en jurisdicción de la villa de Cestona cuyo caudal se estima según aforos practicados en 36 litros por segundo, como motor de un artefacto para aserrar piedra de jaspe, reincorporando después integras aquellas aguas a la corriente del arroyo a una distancia de 345 metros aguas abajo del punto de toma.

Hacia 1.934 se modernizó la explotación de las canteras de la zona al incorporarse la utilización del hilo helicoidal de acero continuo que corre sobre unas poleas convenientemente dispuestas, movido por un motor eléctrico, y que corta la piedra por fricción, "in situ", ayudado por material abrasivo y agua. Con este sistema se efectuaban hasta hace no muchos años los cortes de las caras horizontales superior e inferior de los bloques.

Por las mismas fechas se incorporaron los martillos y perforadoras neumáticas, que se emplearon para efectuar las hileras de barrenas verticales separadas entre 10 y 20 cm que terminaban de delimitar y dar forma a las 4 caras laterales de los bloques.

CanteraEl frente de uno de los canteros de marmol existentes entre Markina y Murelaga de los que se extrae el famoso y singular marmol "negro Markina".

La cantera de ROFERLa cantera de ROFER en Alza (San Sebastián) antes de la voladura del 9 de Julio de 1993. Obsérvese su tamaño por comparación con los trabajadores que aparecen en la parte superior. Cedida por Manuel Gutierrez.

La cantera de ROFERLa cantera ROFER después de la voladura del 9 de julio de 1993. En la planta se acumulan las piedras segregadas. Cedida por Manuel Gutierrez.

La definitiva separación de éstos respecto al resto de la roca se conseguía utilizando unas cuñas cilindricas (pinchotes) que sustituyeron a la cal y a las maderas, y que se introducían en los agujeros verticales, guiadas por dos pequeñas piezas curvadas, situadas en forma de embudo en la boca del orificio. Una vez colocadas todas en su posición, varios canteros los golpeaban con mazas, lo que originaba el agrietamiento de la roca por el plano de los agujeros y su separación.

Como consecuencia de estas innovaciones se fue reduciendo la dureza del trabajo, aunque siguió utilizándose en muchos casos el barrenado manual, y se siguió terminando de escuadrar los bloques a golpe de pico y cincel. Sin embargo no se introdujeron mejoras notables en las labores de movimiento de los bloques en la cantera, aunque debido a que el suelo sobne el que se trabajaba era una superficie de roca lisa, procedente del corte con hilo, los bloques se podían desplazar sobre rodillos, impulsándolos varios trabajadores simultáneamente con palancas.

Con frecuencia era preciso cambiar la dirección del avance, o girar sobre sí mismo el bloque para poder ser cargado en los camiones que comenzaron a utilizarse para su transporte.

Para ello por medio de palancas y gatos levantaban unos centímetros el bloque y bajo él y en el centro de su base introducían un pico sin mango, de forma que el bloque quedara balanceándose sobre este soporte. En esta posición con muy poco esfuerzo, empujando con palancas podían hacer girar el bloque sobre sí mismo en el sentido deseado. Asimismo la incorporación de cabrestantes de cadena contribuyó a facilitar las labores de transporte.

En un documento de la época puede leerse "En 1.924 en Guipuzcoa, los equipos mecánicos son pocos y sencillos. La cantera Iztiñaga tiene una instalación para cortar con hilo de acero las masas de su caliza marmorea y perforadoras de aire comprimido. Tienen también hilo de cantera y de plaza las canteras de mármol de San Marcos y martillos neumáticos las de Añorga, Ancieta, Nueva de Burunza, Miruaitz, yesera de Echebeltz y alguna otra. La de Arranomendi tiene tres escopleadoras neumáticas para el desbaste de los adoquines".

Hacia 1.970 se comienza a utilizar la sierra mecánica con dientes de acero que penetran en la roca hasta profundidades de 3 m. Asimismo el hilo helicoidal es sustituido por hilo diamantado y grúas y máquinas elevadoras se incorporan a las labores de extracción y transporte de los bloques extraídos, que simultáneamente aumentan de tamaño y peso.

Con todo ello desaparecen en gran medida los trabajos manuales y el gran esfuerzo físico necesario para la extracción de la piedra, pasando de una producción de unos 3 m3 por trabajador y mes en 1995 a 10 m3 de producto válido quince años después.

Los barrenos, punteros y cuñas eran fabricados en la misma cantera por un herrero (utilizando acero Bellota) que disponía de fragua y yunque y que se ocupaba asimismo del afilado de todas las herramientas y su reparación. Su habilidad para dar el temple adecuado a las herramientas fue importante en el buen funcionamiento de la cantera.