La comercialización

La venta de las tijeras fabricadas en la cuenca del Deva se efectuaba a través de representantes o agentes comerciales independientes que trabajaban a comisión y simultáneamente para varias empresas fabricantes de distintos productos, con frecuencia complementarios y que se comercializaban a través de los mismos canales y clientes, principalmente ferreterías y cuchillerías de todo España. La exportación era prácticamente inexistente hasta las últimas décadas de la centuria.

Al igual que en el siglo XVI, Toledo fue un mercado destacado. La tradición y la imagen de los utensilios y armas cortantes fabricadas en esta ciudad se habían mantenido, y facilitaban la venta de productos con marca toledana. Por ello era frecuente que comerciantes de esta ciudad compraran productos vascos para venderlos como propios, tras un pequeño acabado o la puesta de su marca.

Eran muy habituales las tijeras conocidas como de “fantasía”, pequeñas tijeras con adornos entre el ojo y la zona de corte consistentes en flores de lis, floreados, retorcidos, marcados sobre su superficie. Estos elementos decorativos se obtenían en el primer proceso de forja por estampa. Posteriormente, en Toledo se daba un recubrimiento dorado sobre esta parte de las piezas, al igual que lo hacían en el siglo XVI con las tijeras también fabricadas en Vergara, lo que realzaba su imagen y las caracterizaba diferenciándolas de las tijeras de otros orígenes.

Recuerda un directivo de una fabrica de tijeras del valle del Deva que de visita turística en Toledo, trataban de venderle una tijera, que él reconoció como fabricada en su empresa, que según el vendedor disponía de un corte inmejorable pues “estaba templada con agua del Tajo”.